miércoles, 15 de junio de 2011

Baloncesto ACB play off final (partido3º) 2011

Crónica

Regal Barça toca el cielo en el infierno de Miribilla (55-64)
¡El Regal F.C. Barcelona es el nuevo campeón ACB! El equipo blaugrana ha sentenciado por 55-64 en Miribilla, ante un rival volcado con una afición de 10. Juan Carlos Navarro, MVP de la Final




55-64
0-3




Bilbao, 14 Jun. 2011.- ¡Regal Barça, campeón ACB! El cuadro blaugrana, con un excelso Navarro (16 puntos), coronado como MVP, se proclamó campeón liguero al vencer por 55-64 a un bravísimo Bizkaia Bilbao Basket que rozó durante muchos minutos forzar el cuarto encuentro.

Los barcelonistas, 364 días después de su pesadilla vitoriana, sobrevivieron al infierno de Miribilla, que vivió uno de los ambientes más especiales e impactantes que se han visto en Europa en los últimos años. También a la inspiración local en el primer cuarto, coloreada de negro con una ilusión desbordante. Los bilbaínos, con un enorme Mumbrú, salieron como un tiro (19-12, min.10), si bien Ndong lideró la reacción visitante en el siguiente acto: 29-30.

El encuentro, bello e intenso a pesar de la escasez de puntos, entró en una fase de alternativas traducidas en enormes parciales para un equipo y otro que solo añadían más emoción antes del último cuarto (47-48), en el que la templanza de Lorbek, la templaza de Sada y la asfixiante defensa barcelonista se encargaron de sentenciar el partido , la Final y la ACB (55-64).

Todo a favor de un Regal Barça que completó un Playoff soñado, coronado con un 3-0 ante un rival que será recordado por su capacidad de soñar, que contagió a su afición y a todo el baloncesto ACB.




Mumbrú calienta el infierno

No era un mito. No era una leyenda. El Efecto Miribilla existe, vaya si existe. Y hace estremecer al ser más frío. Imposible explicar qué se vivió en Bilbao cuando la luz dio paso a la penumbra, a ese negro con toques psicodélicos que vistió de infierno la final para el Regal Barça. 8.592 soñadores con gafas negras que chillaban con espíritu inconformista, dispuestos a no rendirse al influjo de un 2-0.

Un ambiente único, impactante, tan descarado que por sí mismo era capaz de influir en la cancha y por sí solo merecer una crónica segunda crónica aparte para explicar cada cántico y palmada dada en pos de un sueño. ¿Cómo no enchufarse desde el inicio? ¿Cómo no pedirle a Aaron Jackson que el primer balón que tocase no se lo tirara? Lo hizo, tras atrapar un rebote, correr al otro lado de la pista teniendo únicamente la canasta en su cabeza y levantarse a cinco metros del aro. Anotó, claro.

No obstante, si a alguien miró a los ojos la inspiración durante el primer periodo fue a un Álex Mumbrú descomunal (12 de valoración), que decidió caldear aún más el ambiente con unas gotas de su mejor baloncesto. Más bien el tarro entero. 9 puntos casi seguidos, con gancho sacado desde las mismas tinieblas que derivó en 2+1, reverso, y un par de canastas consecutivas con una superioridad insultante en la zona, le daban desde el inicio la superioridad a un Bizkaia BB que apretaba en defensa: 13-10 (min.6).

Tanto, que el Regal Barça se quedó sin ideas, negado en el lanzamiento exterior (0/6) y sobreviviendo solo por el rebote ofensivo. Demasiado poco para contener a un equipo sobreexcitado, en que Warren y Banic tomaron el testigo de Mumbrú justo antes de que Fisher pusiera la máxima para terminar el primer acto (19-12) con un triple que le dio más fuego al fuego. Sí… había final.





Ndong, sin escrúpulos

Diez minutos le habían bastado al cuadro de Pascual para entender que los dos partidos del Palau no tendrían nada que ver con el tercero. En Miribilla no se pasea, se sufre. Había que ponerse el mono de trabajo antes de que fuese demasiado tarde. Y lo hizo, con una puesta en escena más sobria que espectacular que varió completamente el escenario de inicio.

Los secundarios al rescate. Morris avisaba con un mate tras rebote ofensivo, Ricky le daba velocidad y coherencia al juego barcelonista y el resto lo aportaba un Ndong que se bastaba y sobraba por sí solo para nivelar el choque. El senegalés olía cada rebote, tocaba cada rechace que escupía el aro, intimidaba en defensa y, como guinda, se dejó ver en ataque, para completar el 0-7 inicial con un tiro libre y empatar el encuentro a 19.

Los hombres de negro parecían haberse ahogado en su propia oscuridad, aunque tras casi cuatro minutos de sequía en ataque, Banic bailó en la zona lo suficiente como para descongelar a su equipo, que volvió a crecerse tras triple de Blums y un par de decisiones protestadas por su público: 25-19 (min.16). Sin embargo, el choque era una noria de ida y vuelta y después del 0-7 y la réplica del 6-0 tocaba un nuevo 0-5 barcelonista tras triple de Navarro. Mero anticipo al último show de Ndong, principal culpable de la sangría en el rebote (4-13) que sufrió el conjunto local.

Nombre y cara de bonachón, Boni no mostró escrúpulo alguno para acabar el trabajo que inició al principio de cuarto. Las remontadas no se culminan hasta que uno se pone por delante y, con varios rebotes imposibles y un par de canastones, el cuadro catalán por fin veía el partido desde un punto más elevado que su rival: 27-28. Ingles, en los últimos segundos del cuarto, se encargó de certificar la iniciativa blaugrana (29-30) antes de ir a vestuarios con un partido nuevo e imprevisible aún por jugar. Solo duraría 20 minutos.





Cuando nada cambia...

Tenía hambre. Hambre de campeón. El Regal FC Barcelona, muy superior en el segundo cuarto a su rival, salió en el tercero dispuesto a romperlo por la vía rápida. No se dejó intimidar por el bello enceste inicial de Blums y se dejó llevar por un Navarro con ansias de MVP.

¡Falla una! ¡Falla una, j...!, le espetaban desde la grada en el calentamiento tras una serie de quince o veinte triples seguidos sin fallo. Navarro no sabe conjugar ese verbo. El primer golpe, su conexión con Lorbek, que acertó desde el 6,75. Segundos después de otra canasta de tres puntos de Anderson, aparecía con cinco puntos consecutivos -dos tiros libres y otro triple- para dejar helado a la parroquia bilbaína: 33-41. La anestesia del MVP.

En menos de tres minutos, el 2-11 ponía muy cuesta arriba el encuentro para los hombres de negro, que parecen empeñados en demostrar en Playoff que tienen más vidas que un super-héroe en un videojuego para niños. El Bilbao Basket nunca muere. En todo caso, cae en letargo. Y los despertares son explosivos, siempre de la mano de un Aaron Jackson que cuando corre despega. Y su equipo con él, claro.

Seis puntos, seis. Homenaje a la velocidad, al descaro, un enfant terrible en cuerpo de base burlón, con suficiente confianza como para intentarlo todo y suficiente talento como para conseguirlo. 6-0 y mano al ojo, con gesto al público y mensaje al partido: “No estamos muertos”.

Cuando más apretaban los locales, Sada consiguió adormecer el choque y bañar con impotencia a su oponente. Dos rebotes en ataque, desafiando la lógica de los centímetros, y una penetración volvían a alejar a los barcelonistas (41-48, min.28), aunque cuando Víctor se sentó en el banquillo, los bilbaínos replicaron con un nuevo parcial de 6-0, aderezado con robo y canasta sobre la bocina de Fisher. Habían pasado tantas cosas… que nada había cambiado: 47-48. Es el encanto del basket.





Regal Barça se viste de campeón

No iban de farol. Ni el primer cuarto fue un espejismo ni uno se convierte en finalista por casualidad. Los de Katsikaris habían sobrevivido el empuje de su rival y salvado una bola con aroma a match-ball con ese esprint final. El próximo golpe dolería más. Tenía que ser el capitán, un Marko Banic que nació en Zadar como podría haberlo hecho a las orillas del Nervión, el que pusiera por delante a los suyos tras coger el rebote de su propio fallo: 51-50 (min.33). Sería la última vez que el Bizkaia Bilbao Basket mandase en el Playoff. En la final, en toda una Final ACB, que se dice pronto. Resultó fugaz ese instante final, sí, pero les supo tan bien...

Sada regresó a la pista tras el 10-2 en su ausencia para refrescar las ideas de un Regal Barça asfixiado en la defensa bilbaína. El líder Navarro, con una bomba engrandecida por su adicional, le daba a su equipo una ventaja que ya no perdería y Joe Ingles se crecía para trazar un eslalon solo imaginado en su mente que volvía a abrir brecha: 51-55 (min.35).

“Setecientas vidas para un sueño”. Lema. Tatuaje a fuego, simbolismo de un equipo que nunca deja de luchar, que nunca deja de creer. Mumbrú, con otras dos canastas consecutivas, estiraba la emoción, mas el Regal Barça guardaba un as escondido. Un as frío, gélido, que narcotizó con su sangre de horchata la primera batalla y que volvió a hipnotizar con su sencilla frialdad el partido definitivo, con cuatro puntos seguidos para hacer agonizar al Bizkaia BB: 55-59 (min.37). A esas alturas de la película, esa brecha era

Cuando Aaron Jackson falló a la siguiente jugada, el título ya tenía inscrito las letras del campeón Regal Barça, que certificó su campeonato en el carrusel final de tiros libres para celebrar, con el ardiente y orgulloso Miribilla de testigo, ese campeonato que le obsesionaba desde su naufragio baskonista de un año antes.

"Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es", escribía Jorge Luis Borges, fallecido un día como este de hace 25 años. Y cada hombre del Regal FC Barcelona sabe hoy, con certeza, quién es y para qué luchó durante toda una temporada. Es el campeón, es el rey de la ACB 2010-11.

En Bilbao aún aplauden. Tienen motivos, tienen orgullo, tienen historia. En Barcelona ríen. Hoy son un poquito más grandes.

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